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Mostrando entradas de julio, 2013

Los trolls de Amandititita

Hace un par de semanas Amandititita publicó su última video columna en Sin Embargo en el umbral de la gira de conciertos de su disco más reciente. Como todas sus columnas, la entrega de hace dos semanas desencadenó numerosos comentarios, algunos muy positivos y otros absurdamente negativos. Casi todas las semanas, aunque no siempre se podía, procuré ver los videos de Amandititita porque eran una ventana a un mundo que me es completamente ajeno, además de que me gustan casi todas sus canciones. Siempre me llamó mucho la atención la intensidad de los comentarios negativos que las video columnas de Amandititita podían desencadenar –también, por cierto, las de León Krauze–. La respuesta podría estar en la política de comentarios que implementó Sin Embargo desde su lanzamiento hace dos años. Estudiando a una comunidad en línea de militares de Estados Unidos, investigadores de la Universidad Estatal de Pennsylvania encontraron que las reglas de participación influían bastante en la cant

La ley del diez por ciento

A mediados del siglo pasado, Raymond Lindeman introdujo un concepto que seguramente ayudó a Rachel Carson para escribir su Primavera Silenciosa 20 años después. Se trata de la ley del diez por ciento que señala que en cada nivel de una cadena alimentaria solamente se transfiere 10% de la energía. De esta manera fue posible, por primera vez en 1942, cuantificar la “capacidad de carga” de un ecosistema. Es decir, determinar qué tamaño de reserva puede soportar a una manada de rinocerontes o cuantos pumas podría contener una isla. El también llamado diezmo ecológico viene a cuento porque con el final de las vacaciones universitarias, todas las instituciones nacionales, desde la UABC, que inició actividades esta semana, hasta la UADY, que regresa a principios de agosto, académicos y estudiantes se preparan para iniciar, en breve, un nuevo año escolar. Tristemente, el inicio del semestre de otoño también es un recordatorio de que los lugares disponibles son insuficientes para la demanda.

El coco de los hipsters

Debo confesar que el título de esta entrega es más bien falso porque los hipsters no consumen agua de coco; menos si viene empacada en Tetra Pak. Ellos se hidratan con Pabst Blue Ribbon o pi-bi-ar , como le dicen ellos, una cerveza que es como la Carta Blanca de Estados Unidos. Lo que sí es verdad es que en algunas zonas hiper-urbanas de la Ciudad de México y en las ciudades más glamurosas de Estados Unidos están descubriendo algo que hemos sabido toda la vida: el agua de coco es deliciosa. No es causal que en varios centros comerciales de Guadalajara, por ejemplo, existan carritos que venden agua de coco recién extraída. Estos consumidores de la llamada economía verde y del regreso a los productos naturales –más o menos, porque estas aguas de coco tienen sabores agregados– buscan en el agua de coco, además de su sabor, una fuente natural de nutrientes que pueden sustituir a las bebidas deportivas que contienen azúcar refinada además de las sales que favorecen la hidratación. El

¡De pelos!

Hoy escribo esperando turno en la peluquería, mientras a una señora le terminan de envolver la masa capilar a con papelitos metálicos. Supongo que estará en proceso de hacerse rayitos o algo por el estilo. La escena me recordó esos cascos de papel aluminio que usan los conspiracionistas de Estados Unidos para que los marcianos o el gobierno de su país no puedan leerles la mente y lavarles el cerebro ­–me pregunto si servirán para proteger contra el espionaje estadounidense –. En este sentido, un grupo de estudiantes del MIT ya demostró que el papel aluminio más bien aumenta la vulnerabilidad al espionaje telepático. El color (natural) del pelo y de la piel se debe a células llamadas melanocitos porque producen el pigmento llamado melanina. De hecho, la melanina existe en diversos grupos de seres vivos, incluyendo algunos microbios. El pelo de color negro, café y amarillo debe su color a una variante de la melanina llamada eumelanina. Por su parte, los colores rojos están dados por otr

Los hombres dicen verde y las mujeres ven azul

¡Te dije que trajeras el verde! Esta media conversación, que escuché en un centro comercial, le resultará conocida a más de alguna pareja que no se pone de acuerdo en los nombres de los colores. Aunque la realidad no es tan exagerada como el estereotipo que afirma que los hombres vemos el mundo de tres o cuatro colores y las mujeres distinguen y se saben los nombres del catálogo Pantone completo, lo cierto es que mujeres y hombres percibimos los colores de forma distinta. Ya hemos discutido en esta columna cómo la atmósfera filtra gran parte de la radiación electromagnética proveniente del sol. La fracción restante de la radiación solar, que es la que llega hasta. La superficie terrestre, ha sido el ambiente luminoso en el que evolucionaron las especies del planeta. No debe sorprendernos que la mayor parte de esa radiación sea la que denominamos luz visible. Nuestra visión es sólo un ejemplo de cómo los seres vivos nos hemos “calibrado” con el ambiente que nos rodea. Las plantas son ot