En días recientes el gobierno mexicano mandó el retiro del mercado de un montón de los llamados “productos milagro”. Generalmente anunciados en infomerciales televisivos en horas infames de la madrugada, estos productos ofrecen quitarte desde el mal aliento hasta el mal de ojo, pasando por diversas dolencias como la alopecia, la presión elevada y la diabetes. Un intento anterior de controlar la venta de estas cosas fue la obligación de incluír la leyenda “Este producto no es un medicamento...” y atribuía responsabilidad al consumidor y al recomendador del mismo. Seguramente muchos de los consumidores no leían la letra pequeña—digo, quién se va a poner a leer advertencias legales y de salud a las tres de la mañana?—y terminaban por agravar sus males después del consumo de estos productos. En muchos casos los productos mencionados en realidad eran inocuos, pero su consumo de todas formas resulta ser un peligro para los usuarios. Expliquemos con el caso hipotético de la persona A que c