Desde el camión, viendo una serie de manchones amarillos y morados a lo largo de la carretera, aprovecho las cuatro horas de viaje para escribir esta entrega de Ecolibrios. Aunque está en pleno la estación de lluvias, creo que es muy adecuado que hoy hablemos sobre cómo hacen las plantas para aguantar la sequía. Y es que en muchos países tropicales, como México, donde más de la mitad del territorio es árido o semi-árido (llueve menos de 600 mm por año, pues; como referencia, en Jalisco y Michoacán llueve en promedio 850 mm por año) las especies biológicas han tenido que adaptarse para lidiar con la falta de agua, una condición ambiental que puede durar muchos meses. En el caso de las plantas, los ecólogos han identificado tres estrategias que le permiten a diversas especies el mantenerse presentes en un sitio, por muy árido que éste sea.
La primera estrategia tiene que ver con la llamada tolerancia a la sequía. Se dice que una especie es tolerante cuando es capaz de soportar y mantener su función biológica (o sea que sus hojas siguen haciendo fotosíntesis) a pesar de que el suelo esté bien seco y que no haya llovido en varios meses. Ejemplos de estas especies que pueden mantenerse activas aunque sus tejidos cuenten con poca agua son algunos pastos, los cuales pueden modificar el contenido de sales en sus células. En este caso, entre más sales tienen las celulas, más difícil es que se les salga el agua.
La segunda estrategia para lidiar con la sequía es, a la usanza de Jaimito, el cartero, tratar de evitarla. Las especies que utilizan este mecanismo disminuyen drásticamente su actividad fisiológica o se establecen en lugares donde no les afecta la falta de lluvia. Debido a que una consecuencia insalvable de la fotosíntesis es la pérdida de agua a través de los órganos fotosintéticos, muchas especies de zonas semiáridas pierden sus hojas en secas, evitando, precisamente, la pérdida de agua. Así pues, aunque las plantas no puedan crecer durante la sequía, tampoco se mueren porque con el agua y los azúcares que mantienen alamacenados, pueden sortear la estación seca. Ahí están por ejemplo todos estos árboles que tiran las hojas en la época de calor, como las primaveras o las jacarandas.
Algunos de nuestros lectores tal vez se sorprenderán por el hecho de que los cactus, que son las plantas emblemáticas de las zonas áridas, no son tolerantes a la sequía, por lo menos en el sentido fisiológico descrito arriba. Esta familia de plantas suculentas más bien utiliza la estrategia de evitar la sequía. Su capacidad de almacenar grandes cantidades de agua les permite mantener la integridad de sus procesos celulares. Cuando la sequía se pone de plano muy severa, en lugar de tirar sus inexistentes hojas, los cactus cierran los estomas de sus tallos fotosintéticos. Es decir, le cierran la entrada al bióxido de carbono, que utilizarían para la fotosíntesis, para evitar que la pérdida de agua.
Mientras que los cactus almacenan agua, otras especies, como algunos pinos y mezquites evitan la sequía aprovechando que sus muy profundas raíces alcanzan los mantos freáticos. De esta manera son capaces de contar con el recurso hídrico independientemente de la lluvia. De hecho, en algunos sitios desérticos en el sur de Estados Unidos, las poblaciones muy densas de mezquite son consideradas nocivas, debido a que, por su acceso a los mantos freáticos, compiten por el agua con las ciudades. Y en el desierto, como el recurso es escaso, este conflicto entre la gente y las plantas es de primordial interés.
Hablando de raíces profundas, el método clásico para su estudio involucra picos, palas y un estudiante de posgrado muy fuerte y motivado (estos atributos son sustituíbles por un pequeño ejército de prestadores de servicio social). El método consiste en apersonarse al pie de un árbol y ponerse a escarbar. Cuidando de no dañar mucho a las raíces del árbol en estudio, éstas son seguidas hasta encontrar su punta. Lamentablemente, en muchos sitios el éxito de este método ha sido bastante limitado debido a que abundan los ecosistemas en los que el suelo es muy somero y los estudiantes se encuentran luego luego con rocas que les impiden continuar con las excavaciones.
Para darle la vuelta a este obstáculo y continuar con el estudio de las raíces de los árboles, el grupo del profesor Rob Jackson de la Universidad Duke le ha sacado jugo a su hobby de espeleólogía (se refiere a la exploración de cuevas y no se debe confundir con la Eología, secta que rinde culto al dios Eolo). En fin, en su faceta de mineros estos investigadores se meten a las cuevas donde pueden estudiar “en vivo” a las raíces de algunos árboles. En su faceta de forestales, son capaces de estudiar las estructuras aéreas ¡de los mismos individuos!
Este largo recorrido por las estrategias que usan las plantas para lidiar con la sequía era para poner en contexto a la tercera y última, que es la que utilizan estas flores de la carretera. En este caso, los ecólogos hablan de que dichas especies de plano escapan de la sequía, puesto que completan su ciclo de vida durante los meses en los que el agua está disponible. Pero se nos terminó el espacio y tendremos que retomar el tema original de las flores de la temporada de lluvia en otra ocasión.
La primera estrategia tiene que ver con la llamada tolerancia a la sequía. Se dice que una especie es tolerante cuando es capaz de soportar y mantener su función biológica (o sea que sus hojas siguen haciendo fotosíntesis) a pesar de que el suelo esté bien seco y que no haya llovido en varios meses. Ejemplos de estas especies que pueden mantenerse activas aunque sus tejidos cuenten con poca agua son algunos pastos, los cuales pueden modificar el contenido de sales en sus células. En este caso, entre más sales tienen las celulas, más difícil es que se les salga el agua.
La segunda estrategia para lidiar con la sequía es, a la usanza de Jaimito, el cartero, tratar de evitarla. Las especies que utilizan este mecanismo disminuyen drásticamente su actividad fisiológica o se establecen en lugares donde no les afecta la falta de lluvia. Debido a que una consecuencia insalvable de la fotosíntesis es la pérdida de agua a través de los órganos fotosintéticos, muchas especies de zonas semiáridas pierden sus hojas en secas, evitando, precisamente, la pérdida de agua. Así pues, aunque las plantas no puedan crecer durante la sequía, tampoco se mueren porque con el agua y los azúcares que mantienen alamacenados, pueden sortear la estación seca. Ahí están por ejemplo todos estos árboles que tiran las hojas en la época de calor, como las primaveras o las jacarandas.
Algunos de nuestros lectores tal vez se sorprenderán por el hecho de que los cactus, que son las plantas emblemáticas de las zonas áridas, no son tolerantes a la sequía, por lo menos en el sentido fisiológico descrito arriba. Esta familia de plantas suculentas más bien utiliza la estrategia de evitar la sequía. Su capacidad de almacenar grandes cantidades de agua les permite mantener la integridad de sus procesos celulares. Cuando la sequía se pone de plano muy severa, en lugar de tirar sus inexistentes hojas, los cactus cierran los estomas de sus tallos fotosintéticos. Es decir, le cierran la entrada al bióxido de carbono, que utilizarían para la fotosíntesis, para evitar que la pérdida de agua.
Mientras que los cactus almacenan agua, otras especies, como algunos pinos y mezquites evitan la sequía aprovechando que sus muy profundas raíces alcanzan los mantos freáticos. De esta manera son capaces de contar con el recurso hídrico independientemente de la lluvia. De hecho, en algunos sitios desérticos en el sur de Estados Unidos, las poblaciones muy densas de mezquite son consideradas nocivas, debido a que, por su acceso a los mantos freáticos, compiten por el agua con las ciudades. Y en el desierto, como el recurso es escaso, este conflicto entre la gente y las plantas es de primordial interés.
Hablando de raíces profundas, el método clásico para su estudio involucra picos, palas y un estudiante de posgrado muy fuerte y motivado (estos atributos son sustituíbles por un pequeño ejército de prestadores de servicio social). El método consiste en apersonarse al pie de un árbol y ponerse a escarbar. Cuidando de no dañar mucho a las raíces del árbol en estudio, éstas son seguidas hasta encontrar su punta. Lamentablemente, en muchos sitios el éxito de este método ha sido bastante limitado debido a que abundan los ecosistemas en los que el suelo es muy somero y los estudiantes se encuentran luego luego con rocas que les impiden continuar con las excavaciones.
Para darle la vuelta a este obstáculo y continuar con el estudio de las raíces de los árboles, el grupo del profesor Rob Jackson de la Universidad Duke le ha sacado jugo a su hobby de espeleólogía (se refiere a la exploración de cuevas y no se debe confundir con la Eología, secta que rinde culto al dios Eolo). En fin, en su faceta de mineros estos investigadores se meten a las cuevas donde pueden estudiar “en vivo” a las raíces de algunos árboles. En su faceta de forestales, son capaces de estudiar las estructuras aéreas ¡de los mismos individuos!
Este largo recorrido por las estrategias que usan las plantas para lidiar con la sequía era para poner en contexto a la tercera y última, que es la que utilizan estas flores de la carretera. En este caso, los ecólogos hablan de que dichas especies de plano escapan de la sequía, puesto que completan su ciclo de vida durante los meses en los que el agua está disponible. Pero se nos terminó el espacio y tendremos que retomar el tema original de las flores de la temporada de lluvia en otra ocasión.