La semana pasada nos faltó mencionar un derecho más, ¡el derecho de los lectores a que las cuentas presentadas en un periódico estén bien hechas! El error fue muy simple, en lugar de multiplicar el costo de 6 cajetillas de cigarros ($150.00) por 12 meses, esta columna los multiplicó por 52 semanas, originando una sobre-estimación de $6,000.00 de lo que se gasta una persona en cigarros al año. De todas formas, con los $1,800.00 que en realidad se gasta una persona al año en cigarros se podría pagar el tratamiento descrito la semana pasada. Estuve considerando echarle la culpa a mi letra de doctor en la que los números uno y siete son muy parecidos, pero la verdad es que la confusión es más bien atribuíble a alguno de mis trastornos del aprendizaje (sobre los que hablaremos en otra ocasión, si me acuerdo). De todas formas, hasta el momento de enviar esta entrega a la redacción de Pluralia, no habían llegado correos reclamándome el error.
Ahora sí, al tema de hoy. No nos referimos a la especulación de la que son objeto los cerros del sur de nuestra ciudad. Sino a que el 22 de abril—esta semana cae en martes—se celebra el Día de la Tierra. Creo que los distintos eventos meteorológicos que hemos visto en los últimos días son un indicio de que en realidad estamos alterando el clima. Algo que me llamó la atención fue que en el periódico del sábado pasado leímos que se acercaba días muy calientes con temperaturas arriba de 40°C, pero al día siguiente llovió como si estuviéramos a la mitad del verano y hasta hizo frío el lunes. No estoy seguro de que estos fenómenos sean del todo anómalos Morelia, porque apenas llevo dos años viviendo en esta ciudad de cantera. Pero sí se me hizo muy curioso que unas cuantas horas después de que anunciaran calores terribles y anómalos, cayera un aguacero como de temporada de huracanes.
El primer día de la Tierra se celebró el 22 de abril de 1970. Dada la fecha, uno pensaría que esta celebración pudo haber sido organizada por un grupo de hippies desde una van multicolores. Pero no es así. En realidad, ese primer día de la Tierra fue una idea del entonces senador estadounidense Gaylord Nelson y fue ejecutada por Denis Hayes, quien entonces se encontraba haciendo un posgrado en Harvard, el cual abandonó. A lo largo de los años esta iniciativa, que fue como el acto fundador del ambientalismo contemporaneo al norte del río bravo, ha crecido en magnitud al grado en el que en la celebración del próximo martes participarán más de 15,000 organizaciones en más de 174 países que, según la página de la Red del Día de la Tierra, alcanzarán a más de un millardo de personas en el mundo. Es decir, la sexta parte de la población mundial. Tristemente, el único evento mexicano registrado en la página de la Red (en ww2.earthday.net) se celebrará en Quintana Roo.
Con la parálisis del gobierno estatal y los maestros que no permiten que se evalúe a los estudiantes (ya quisiera yo haber excentado así mismaterias en la escuela), uno podría pensar que en nuestra ciudad y estado pasaría desapercibida tan importante fecha. Pero, según mis fuentes, nada más que no lo he podido confirmar, el Consejo Estatal de Ecología en colaboración con la Universidad Michoacana están organizando un foro sobre cambio climático en el Centro Cultural Universitario. Seguramente será el propio martes 22, pero conforme vaya teniendo más certeza de estos datos los publicaré en el blog (www.ecolibrios.com) de la columna.
Entre otras acciones, esta Red del Día de la Tierra ha desarrollado una página electrónica en la que cualquier persona puede calcular su huella ecológica. Es decir, cuál es la superficie de la Tierra que sus actividades cotidianas requieren. Por ejemplo, la huella ecológica promedio de los mexicanos es de 2.5 hectáreas. Quiere decir que si toda la población mundial viviera como vive el promedio de los mexicanos, necesitaríamos casi Tierra y media para sostener la vida (humana) en el planeta. Para comparar, el gasto energético del estadounidense promedio requiere de 9.7 hectáreas productivas por habitante. Es decir que se requerirían 5.4 planetas para mantener la vida (humana) si los 6 millardos de humanos consumiéramos como gringos. Esto se debe a que solamente hay 1.8 hectáreas productivas por habitante del planeta, si dividimos 2.5 o 9.7 entre 1.8, obtenemos el número de planetas que se necesitan para “sostener” o “sustentar” la vida (humana). Le aseguro a nuestros tres amables lectores que ahora sí verifiqué las cuentas y hasta le pedí a una amiga que también les echara un vistazo.
En esta ocasión invitamos a los lectores a calcular su huella ecológica y a compartirla en el blog. Si los números me favorecen, también publicaré la mía. También ahí, podrán encontrar información sobre el evento del Día de la Tierra del COECO/UMich, una vez que sepamos si esta filtración de la que les platiqué es cierta. Como el camino a mi oficina es muy peligroso, no puedo considerar irme en bici el martes para celebrar el día de la Tierra. Por eso, creo que más bien voy a reducir mi consumo de energía al máximo y no iré a trabajar el martes. Igual que la semana pasada, no le digan a mi jefe.
Ahora sí, al tema de hoy. No nos referimos a la especulación de la que son objeto los cerros del sur de nuestra ciudad. Sino a que el 22 de abril—esta semana cae en martes—se celebra el Día de la Tierra. Creo que los distintos eventos meteorológicos que hemos visto en los últimos días son un indicio de que en realidad estamos alterando el clima. Algo que me llamó la atención fue que en el periódico del sábado pasado leímos que se acercaba días muy calientes con temperaturas arriba de 40°C, pero al día siguiente llovió como si estuviéramos a la mitad del verano y hasta hizo frío el lunes. No estoy seguro de que estos fenómenos sean del todo anómalos Morelia, porque apenas llevo dos años viviendo en esta ciudad de cantera. Pero sí se me hizo muy curioso que unas cuantas horas después de que anunciaran calores terribles y anómalos, cayera un aguacero como de temporada de huracanes.
El primer día de la Tierra se celebró el 22 de abril de 1970. Dada la fecha, uno pensaría que esta celebración pudo haber sido organizada por un grupo de hippies desde una van multicolores. Pero no es así. En realidad, ese primer día de la Tierra fue una idea del entonces senador estadounidense Gaylord Nelson y fue ejecutada por Denis Hayes, quien entonces se encontraba haciendo un posgrado en Harvard, el cual abandonó. A lo largo de los años esta iniciativa, que fue como el acto fundador del ambientalismo contemporaneo al norte del río bravo, ha crecido en magnitud al grado en el que en la celebración del próximo martes participarán más de 15,000 organizaciones en más de 174 países que, según la página de la Red del Día de la Tierra, alcanzarán a más de un millardo de personas en el mundo. Es decir, la sexta parte de la población mundial. Tristemente, el único evento mexicano registrado en la página de la Red (en ww2.earthday.net) se celebrará en Quintana Roo.
Con la parálisis del gobierno estatal y los maestros que no permiten que se evalúe a los estudiantes (ya quisiera yo haber excentado así mismaterias en la escuela), uno podría pensar que en nuestra ciudad y estado pasaría desapercibida tan importante fecha. Pero, según mis fuentes, nada más que no lo he podido confirmar, el Consejo Estatal de Ecología en colaboración con la Universidad Michoacana están organizando un foro sobre cambio climático en el Centro Cultural Universitario. Seguramente será el propio martes 22, pero conforme vaya teniendo más certeza de estos datos los publicaré en el blog (www.ecolibrios.com) de la columna.
Entre otras acciones, esta Red del Día de la Tierra ha desarrollado una página electrónica en la que cualquier persona puede calcular su huella ecológica. Es decir, cuál es la superficie de la Tierra que sus actividades cotidianas requieren. Por ejemplo, la huella ecológica promedio de los mexicanos es de 2.5 hectáreas. Quiere decir que si toda la población mundial viviera como vive el promedio de los mexicanos, necesitaríamos casi Tierra y media para sostener la vida (humana) en el planeta. Para comparar, el gasto energético del estadounidense promedio requiere de 9.7 hectáreas productivas por habitante. Es decir que se requerirían 5.4 planetas para mantener la vida (humana) si los 6 millardos de humanos consumiéramos como gringos. Esto se debe a que solamente hay 1.8 hectáreas productivas por habitante del planeta, si dividimos 2.5 o 9.7 entre 1.8, obtenemos el número de planetas que se necesitan para “sostener” o “sustentar” la vida (humana). Le aseguro a nuestros tres amables lectores que ahora sí verifiqué las cuentas y hasta le pedí a una amiga que también les echara un vistazo.
En esta ocasión invitamos a los lectores a calcular su huella ecológica y a compartirla en el blog. Si los números me favorecen, también publicaré la mía. También ahí, podrán encontrar información sobre el evento del Día de la Tierra del COECO/UMich, una vez que sepamos si esta filtración de la que les platiqué es cierta. Como el camino a mi oficina es muy peligroso, no puedo considerar irme en bici el martes para celebrar el día de la Tierra. Por eso, creo que más bien voy a reducir mi consumo de energía al máximo y no iré a trabajar el martes. Igual que la semana pasada, no le digan a mi jefe.