La Maestra Puga. Foto: UDG |
Ayer por la mañana, la comunidad académica de la Universidad de Guadalajara rindió un homenaje de cuerpo presente, a la doctora Luz María Villarreal de Puga, profesora emérita de esa institución, quien falleció el lunes a la edad de 100 años.
La Maestra Puga, como era conocida en el mundo de la botánica, fundó esta rama de la biología en el occidente de México. Nació en la ciudad de México en marzo de 1913 y estudió la Normal en el Colegio de las Vizcaínas. En 1947 se mudó a Guadalajara, para acompañar a su segundo esposo, el ingeniero Luis Puga y Robles Gil. A partir de 1960, comenzó a colectar especímenes botánicos y a diseñar y crear el herbario del recién creado Instituto de Botánica, adscrito a la entonces Escuela de Agricultura de la Universidad de Guadalajara, donde impartió cátedra durante 20 años desde 1964. Cuando se retiró de la docencia, mantuvo sus actividades en el Herbario, y como botánica, prácticamente hasta el final de su vida.
Aunque inició sus actividades como botánica después de su cuarta década, la Maestra Puga es responsable de haber desencadenado la exploración botánica en Jalisco –uno de los estados de mayor diversidad biológica– y sus alrededores, además de haber formado a numerosos agrónomos y biólogos tapatíos, varios de los cuales han hecho aportaciones muy importantes a la botánica y a la biología. Sin duda, sus alumnos y sus nietos académicos, son su legado más importante.
Por otro lado, el Herbario del Instituto de Botánica de la U de G, que ella echó a andar, es el cuarto más grande del país. También podría argumentarse que su legado más trascendente para la ciencia, para la la conservación biológica y hasta para el desarrollo de políticas públicas ambientales, fue su involucramiento inicial en el descubrimiento del maíz perenne, Zea diploperenis y su estudios posteriores sobre esta planta, que resultaron en la creación de la actual Reserva de la Biósfera Sierra de Manantlán en Jalisco y Colima, de la cual ella fue una de las principales impulsoras.
Durante su carrera la Maestra Puga recibió diversos honores académicos, incluyendo uno de los primeros doctorados honorarios que la Universidad de Guadalajara otorgó a sus propios académicos, además de que se han dedicado 22 especies de plantas, y en marzo de este año la Universidad le rindió un homenaje por su centenario. Su muerte ha causado tristeza en la comunidad botánica de este país. Sin embargo, el tamaño y la importancia de su legado, y su longevidad –que no es inusual para las botánicas mexicanas– deben ser motivos de celebrarse.