La evaluación de solicitudes para la posible liberación comercial de maíz genéticamente modificado en México ha encendido las alarmas en algunos sectores y ha desencadenado algunas campañas muy visibles manifestando su oposición. Se esgrimen diversos argumentos, algunos mejores que otros. Entre los argumentos que parecen más sólidos está el de la ponderación económica que señala que esta tecnología no generará ganancias económicas en montos que justifiquen los riesgos de su uso. Muy relacionado con el tema económico, aunque no parezca, se encuentra el argumento que señala que el maíz GM no tiene mejores rendimientos que los híbridos convencionales. Hoy consideraremos ambos.
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Silogismo
Premisa mayor: Entre otras cosas, la adopción de una tecnología nueva requiere que presente ventajas sobre las tecnologías anteriores.
Premisa menor (difusa): En este mundo neoliberal las ventajas económicas y financieras son muy importantes.
Conclusión (laxa): Si los maíces GM tienen ventajas, incluyendo económicas, su uso y adopción podrían tener sentido.
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Antítesis
Los maíces transgénicos brindan ventajas económicas a los agricultores que deciden utilizarlos porque su uso reduce los gastos en mano de obra y en agroquímicos. Esto se debe a que las variedades resistentes a herbicidas que contienen glifosato permiten ahorros en la mano de obra que de otra forma tendría que emplearse para desyerbar; y en la adquisición de otros herbicidas más especializados (y más tóxicos) que no dañen al cultivo. El cultivo de semillas de soya, alfalfa, algodón, canola, remolacha y, por supuesto, maíz resistentes al glifosato requiere de menos aplicaciones de herbicida durante el ciclo del cultivo que los híbridos convencionales. Monsanto mismo indica en su página electrónica la ventaja económica del ahorro en agroquímicos, además de pasos hacia la sostenibilidad pues se evita asperjar sustancias más tóxicas [Según las fichas de seguridad química o MSDS, el glifosato es considerado "no peligroso", pero de todas formas recomiendan no inhalarlo, ingerirlo, tocarlo... Comparado con otros herbicidas, efectivamente, es más benigno para la salud de quienes lo manipulan y en el ambiente son más benignos.] Por su parte, los maíces GM que producen su propio insecticida reducen los costos de producción porque no se requiere aplicar insecticidas sintéticos para el control de algunas plagas agrícolas –aquí también se invoca la sostenibilidad, pues no se liberan venenos al ambiente–.
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Tesis
El uso de maíz genéticamente modificado no tiene ventajas económicas en México porque aumenta los costos de producción. El primer argumento económico tiene que ver con el hecho de que los usuarios deben comprar semilla para cada siembra en lugar de guardar parte de la cosecha anterior, como se hace de forma tradicional. Sin embargo, la adquisición de semillas frescas es la práctica común para el cultivo de maíces híbridos, pues los rendimientos bajan considerablemente de una generación a la siguiente. Para las operaciones agrícolas de gran escala, no hay un gasto adicional al comprar las semillas. Y para las operaciones de pequeña escala, que son las más abundantes en el país aunque no las más productivas, el intercambio de semillas y la selección de las mazorcas de mejores características para siembra generalmente ocurren fuera del mercado.
En este bando también se argumenta que las variedades GM no tienen rendimientos más altos que los híbridos convencionales. Aquí depende de cómo se defina el rendimiento. Si se utiliza la definición convencional de rendimiento medido en toneladas por hectárea, efectivamente el rendimiento no aumenta. Esto se debe a que las variedades GM que se siembran son las mismas variedades mejoradas, que ya tienen rendimientos altos, sólo que con el gen de resistencia al glifosato o el gen del insecticida. No tendrían por qué producir más grano por hectárea porque es la misma variedad. Sin embargo, si se usa la definición económica del rendimiento expresada en toneladas por dólar, ahí la cosa cambia, porque en escalas grandes la reducción de los costos de producción ofrecida en la literatura de las compañías semilleras es cierta.
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Balance
Quizá la pregunta no debe ser si de veras hay o no ventaja económica por cultivar OGM. Si no fueran negocio, no se usarían, como en Europa. La pregunta, entonces, podría ser ¿para quién es el beneficio? Aquí sí se pone seria la cosa, porque los beneficios de todas las tecnologías agrícolas habían beneficiado a los consumidores porque se podía producir alimento muy barato –hasta 2008, cuando subió dramáticamente el precio internacional del maíz y ya no bajó–.
El trabajo más más interesante y consistente sobre ese tema lo realiza un grupo de investigadoras de la UAM, quienes desde antes de la moratoria de siembra de OGM del 98 ya habían considerado el tema de la derrama económica para las comunidades de productores tanto en México como en otros países similares al nuestro. Aunque algunos de sus artículos muestran un sesgo anti-OGM, sus análisis invariablemente concluyen que no hay una ventaja sustancial para la población rural de los países que siembran OGM. Quizá su sesgo es resultado de los hallazgos de su análisis que, recientemente actualizado, es contundente: la ganancia es para los productores de gran escala, para (obviamente) las compañías semilleras y en menor medida para los consumidores. Al no tener acceso a la tecnología porque su costo haría disparatada la producción a pequeña escala, la mayoría de los campesinos de México no tendrán acceso al beneficio. La cuestión, a la hora de la hora, más que de números se convierte en dilema filosófico, elegir entre el neoliberalismo o el desarrollo humano sostenible.