Esta semana se cumplieron cuatro años desde que la Organización Mundial de la Salud anunció que se había identificado al virus H1N1 –si no estuviera en la cárcel, aquí vendría un hipervínculo al video en el que la ex lidereza del SNTE le cambió de nombre al virus durante un evento de fomento a la lectura–. La pandemia que tuvo sus primeras manifestaciones en México desencadenó una reacción una respuesta gubernamental bastante vigorosa: ¡quién se hubiera imaginado que el D.F. estaría cerrado durante varias semanas!
Según datos oficiales uno de los resultados no esperados de la campaña de información sobre “tosa y estornude en el codo | no salude de beso ni toque a la gente | lávese las manos” fue la disminución en las infecciones gastrointestinales en el año 2009, precisamente porque todo el mundo se lavaba las manos con frecuencia.
Otra fuente de contaminación que puede causar infecciones es el llamado fecalismo al aire libre, que no está restringido a las zonas rurales que carecen de acceso a sanitarios. Resulta que las ciudades, por muy urbanizadas que estén, también tienen su lado inmundo. Así lo demuestran estudios realizados en la Ciudad de México por el grupo de la Dra. Irma Rosas, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM. Los investigadores no sólo encontraron enterobacterias en todos los confines del D.F., sino que descubrieron que la abundancia de estos bichos es sustancialmente mayor adentro de las casas que en la calle. Es más, hay quienes afirman que si las heces brillaran en la oscuridad, la Ciudad de México no necesitaría electricidad para iluminar sus calles en la noche.
La fuente de las bacterias no fue aclarada por los investigadores, pero a mi me late que un factor importante es esa práctica, muy arraigada en nuestro país, de depositar el papel higiénico usado en un bote en lugar de en el retrete, lo cual puede catalogarse como una forma de fecalismo al aire libre, pero bajo techo.
El argumento más invocado en contra de mandar el papel al caño es que el papel contamina más que el resto del material que se descarga y que la tecnología de tratamiento de aguas no está diseñada para lidiar con la celulosa (si esto fuera cierto, tampoco sería recomendable alimentarse con fibra comestible).
Sobre la primera objeción se puede recomendar ser ahorradores en el uso del papel. Y creo que el argumento ambiental también es endeble. Un indicio es el hecho de que en otros países, donde también se utiliza el papel higiénico, el drenaje y las plantas tratadoras de agua transportan y procesan dichos desperdicios. Y es que, como lo muestra un estudio publicado recientemente en la Revista del Consumidor, un atributo importante para elegir marcas debe ser la velocidad con la que se deshace el papel. El estudio es bastante interesante. En México existen papeles higiénicos de una (como el que ponían en mi primaria, que era como de papel de estrasa, pero verde), de dos y hasta de tres hojas. Solamente existe una marca China en el mercado nacional, pero es una de las que salieron peor en la evaluación de la Profeco.
El papel de baño también tiene estándares y los cuadritos deben medir exactamente 10.5 cm por lado. El estudio de Profeco enlista todos los parámetros que fueron evaluados para las diversas marcas de papel higiénico. Ninguna de las marcas fue “Excelente” pero ninguna fue “Mala”. La mayoría fueron “Muy Buenas” o “Buenas”, aunque hubo un número considerable de marcas “Regulares”. Para evitar problemas legales con las diversas compañías papeleras, sugerimos a los lectores consulta el mencionado artículo.
Otro argumento muy frecuente a favor de separar el papel higiénico es que no se degrada en las fosas sépticas. En ese caso, la proliferación bacteriana convierte al contenido de la mencionada fosa en una especie de semilíquido relativamente homogéneo que generalmente es extraído con un camión bomba. De hecho, la tecnología para vaciar fosas sépticas está bastante avanzada, sobre todo en lugares como Mérida, donde el suelo, o más bien una capa casi impenetrable de roca caliza, impide el establecimiento de una red de drenaje. Por cierto, en esa ciudad la mayoría de las fosas sépticas son como pozos excavados sin un aislamiento adecuado del resto del suelo, por lo que siempre existe el riesgo de contaminación hacia los mantos freáticos.
Por cierto, según Tissue World Magazine, el papel higiénico representa un mercado de 3.75 miles de millones de dólares en la región latinoamericana y 60% del dinero se genera en Brasil y en México. Sin embargo, aunque Todos hacemos caca, como dijo Taro Gomi, hasta para eso hay niveles: en Brasil, cuatro de cada cinco dólares que genera la venta de papel higiénico viene de esos papeles más lujosos (con aromas, texturas o empaques bonitos), mientras que en México ese segmento apenas representa la mitad del mercado.
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El final del año académico hace estragos en la agenda hasta durante el año sabático, por lo que la columna de hoy es una versión revisada de dos columnas publicadas en La Jornada Michoacán en 2008.