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Maratonistas de escritorio

Conforme nuestro país se vuelve predominantemente urbano, nos convertimos en una sociedad de clase media, dizque, y desarrollamos una economía del conocimiento y de la información, nuestros trabajos son cada vez más sedentarios. Así, pasamos ocho o más horas sentados en la oficina –aunque la mitad del tiempo se nos vaya en buscarle aplicaciones al meme del grumpy cat–, en el coche y frente a la tele.

Si a esto sumamos la mala alimentación que resulta de políticas públicas de alimentación que parecerían haber sido dictadas por las compañías que venden azúcar y harina refinadas en múltiples presentaciones, no debe sorprender a nadie la epidemia de obesidad y enfermedades asociadas que aqueja al país. Alejandro Calvillo ha escrito extensa y detalladamente sobre el tema.

La historia se complica porque investigaciones recientes sugieren que, más que la falta de actividad física, el pasar mucho tiempo sentados –trabajando, viendo la tele o en el coche– es lo que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas que pueden conducir a una muerte prematura. Por ejemplo, investigadores australianos encontraron, tras revisar 43 artículos científicos, que el “sedentarismo laboral” está altamente correlacionado con el aumento en el índice de masa corporal, pero los estudios no lograron establecer una relación causal. Lo que sí encontraron fueron algunas evidencias entre el sedentarismo y el desarrollo de cáncer, aunque esto no fue corroborado por todos los estudios que revisaron. El sedentarismo laboral, sin embargo, sí aumentó el desarrollo de diabetes mellitus y la incidencia de muerte prematura.

Una medida que ya se ve en algunos cubículos y oficinas es la utilización de escritorios para trabajar de pie. El siguiente paso –literalmente– son los escritorios que están montados en una caminadora, lo cual permite a los trabajadores mantenerse activos durante toda su jornada.

Caminar mientras trabajamos tiene mucho sentido desde el punto de vista evolutivo. Después de todo, caminar todo el día por las sabanas africanas era nuestra actividad ocupacional cuando surgimos como especie. Aunque nuestra forma de caminar –apoyando el talón primero, después el metatarso y luego los dedos–, fue heredada de nuestros ancestros arborícolas y sigue siendo conservada en varias especies de simios, resultó ser muy eficiente, es decir, consume menos energía para recorrer la misma distancia que con otras formas de locomoción.

Los simios somos de las pocas especies que nos desplazamos con el talón primero. De hecho, la mayoría de las especies nunca apoyan el talón y caminan sobre la bola del pie –como los perros o los gatos– o, de plano, de puntitas –como los caballos–. Y sí, desplazarse sobre los dedos de los pies es más eficiente para correr y eso explica, en parte, por qué cualquier animalito nos puede ganar las carreras… por lo menos al principio, como veremos más adelante.

Caminar todo el día no es nuestra única herencia evolutiva en términos de locomoción. Un zoólogo extraterrestre podría corroborar, a partir de la popularidad y cantidad de carreras que existen, desde las de 5 km hasta los maratones, en las ciudades y a campo traviesa, que también estamos adaptados para correr o trotar a lo largo de grandes distancias. El hecho de que nuestro músculo más grande sea el glúteo máximo –un músculo que se atrofia cuando nos sentamos sobre él y que sólo se activa cuando corremos– y que contemos con glándulas sudoríparas por todo el cuerpo, un excelente sistema de enfriamiento que permite mantener actividad física aún en temperaturas altas, también son evidencia de que evolucionamos trotando grandes distancias, según las investigaciones del profesor Daniel Lieberman de Harvard. De esta manera, aunque nuestras presas pudieran pegar carrera y evitar ser capturadas, después de un rato de ser correteados bajo el sol, se cansaban.

Mi entrenador en Morelia alguna vez comentó que el negocio de las grandes cadenas de gimnasios son los clientes que se inscriben y nunca van o que van el día que toca pagar la mensualidad. Supongo que lo mismo pasa con las compañías que venden aparatos para hacer ejercicio en casa y seguramente existirá un buen número de máquinas caminadoras y elípticas que se han convertido en percheros caros y voluminosos. Si usted es dueña de alguno de estos percheros, existen diversos tutoriales en YouTube y en varias blogs para adaptarles un escritorio y aprovecharlos para caminar mientras trabaja en casa o ve la televisión.

Además de que caminar todo el día tiene sentido desde el punto de vista evolutivo, seguramente tener a la sangre circulando mejora la capacidad intelectual: Aristóteles filosofaba deambulando con sus discípulos y en secundaria nos servía mucho a varios compañeros estudiar y discutir las lecturas que asignaba nuestro maestro de las materias de humanidades caminando en los jardines de la escuela. ¿Tendrá esto que ver con el origen de las comitivas que siempre acompañan a nuestros políticos? Desafortunadamente, el desempeño y capacidades de más de alguno sugieren que no.

Durante una semana laboral de 40 horas, con la caminadora puesta a 1 milla por hora (1.6 km/h, velocidad recomendada por Youtube), se puede caminar el equivalente a 64 km y quemar cuatro mil calorías: más que suficiente para irse el viernes, sin culpa, a ver el partido y cenar alitas con cerveza.

@erickdlbm

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