Hoy escribo esperando turno en la peluquería, mientras a una señora le terminan de envolver la masa capilar a con papelitos metálicos. Supongo que estará en proceso de hacerse rayitos o algo por el estilo. La escena me recordó esos cascos de papel aluminio que usan los conspiracionistas de Estados Unidos para que los marcianos o el gobierno de su país no puedan leerles la mente y lavarles el cerebro –me pregunto si servirán para proteger contra el espionaje estadounidense–. En este sentido, un grupo de estudiantes del MIT ya demostró que el papel aluminio más bien aumenta la vulnerabilidad al espionaje telepático.
El color (natural) del pelo y de la piel se debe a células llamadas melanocitos porque producen el pigmento llamado melanina. De hecho, la melanina existe en diversos grupos de seres vivos, incluyendo algunos microbios. El pelo de color negro, café y amarillo debe su color a una variante de la melanina llamada eumelanina. Por su parte, los colores rojos están dados por otra variante llamada feomelanina. De hecho, la piel de las mujeres tiende a ser más roja que la de los hombres debido a que su contenido de feomelanina es mayor.
Aunque existe la leyenda urbana de que el pelo crece más rápido si te lo cortas durante la Luna llena, no existe evidencia científica que lo confirme. Sería interesante reclutar voluntarios de alguna escuela de belleza para hacer el experimento. El único artículo científico que encontré sobre la Luna y el pelo –o más bien, sobre la Luna y el color del pelo– fue uno que exploró una superstición de que cuando a los niños pelirrojos les quitan las amígdalas en viernes 13 o durante la Luna llena, presentan más complicaciones por hemorragia. Así, investigadores del Hospital Infantil de la Universidad Temple de Filadelfia, revisaron todos los expedientes de tonsilectomías practicadas durante un periodo de 29 meses. Cuando encontraban un expediente de re-ingreso al hospital por hemorragia, llamaban a los padres para preguntarles el color del pelo del niño.
De los cerca de 600 niños que fueron operados durante ese estudio, sólo 28 regresaron con sangrado al hospital. Y solamente cuatro de ellos eran pelirrojos. Con esa muestra tan pequeña de niños pelirrojos, y después de un sesudo análisis estadístico, los investigadores concluyeron que da lo mismo si la cirugía ocurre en viernes 13 o en cualquier otro viernes y que durante la Luna llena o durante cualquier fase lunar. En general, encontraron que los niños pelirrojos sangran igual que los de cualquier otra variante capilar. La población de pelirrojos debe ser numerosa en Filadelfia, de otra manera me cuesta trabajo imaginar la motivación de estudiar esta superstición en el hospital universitario.
El otro día, discutíamos con unos amigos sobre las infestaciones de piojos que ocurren hasta en las escuelas más exclusivas. Lo hemos visto varias veces en Morelia y en Guadalajara, pero seguramente ocurre en todos lados. Los piojos pueden ser tan nocivos que están incluidos en la Norma Oficial para al Vigilancia Epidemiológica que fue emitida por la Secretaría de Salud, pues pueden transmitir el tifus.
Sin embargo, estos insectos originalmente clasificados por Linneo también tienen su corazoncito. Y su utilidad. El estudio molecular de los piojos ha ayudado al avance de nuestros conocimientos sobre la biología evolutiva de los humanos, como lo sugiere un estudio del 2004 publicado en la revista PLOS Biology. En dicho trabajo, investigadores encabezados por el Dr. David Reed, del Museo de Historia Natural de Florida, encontraron pruebas moleculares de dos linajes de piojos de la especie Pediculus humanus que se separaron hace 1.18 millones de años. Un linaje se fue con una rama de homínido ya extinta y el otro con la rama que eventualmente daría origen al Homo sapiens. Si consideramos que nuestra especie apenas apareció hace 200,000 años, la única forma posible de que ambos piojos habiten nuestro cuerpo es que Homo sapiens haya tenido contacto con los parientes lejanos, es decir con algún Homo arcáico. Valdría la pena consultar la opinión de los antropólogos sobre la naturaleza de dicho contacto y sobre la identidad del pariente lejano que bien podría llamarse Homo piojosus.
Hoy no hubo oportunidad de escribir sobre la alopecia, especialmente sobre su variante androgenética. No vaya usted a pensar que el tema me incomoda o me pone nervioso. ¡Nada de eso! Escribiré sobre la calvicie en otra ocasión porque ya es mi turno de pasar al sillón del peluquero.