Para mi colega, la flamante doctora Whaleeha Gudiño
Junto con el maíz, el tomate, el chocolate y una infinidad de plantas que fueron domesticadas en lo que ahora es México, el nopal se ha convertido en una planta conocida en todo el mundo. Por ejemplo, se estima que existen más de un millón de hectáreas dedicadas al cultivo del nopal en más de 40 países, más o menos la superficie del estado de Querétaro. La mayor parte de esa superficie está destinada al cultivo de nopal para forraje, sobre todo en Brasil y el norte de África.
En contraste, apenas 10% del área cultivada se dedica a la producción de tunas. A pesar de lo fácil que resulta su producción, aún en sitios con poca lluvia, y la vida de anaquel relativamente larga de estas frutas, que permitiría enviarlas para su disfrute a todo el mundo, las tunas no se han vuelto tan universales como los plátanos o las manzanas por culpa de sus semillas. Aparentemente el saborear la pulpa de una tuna ignorando a sus duras semillas es un gusto adquirido que tiende a repeler a los nuevos consumidores potenciales. Es por ello que el consumo de tunas tiende a restringirse a México, a Estados Unidos, donde hay una población grande de personas de origen mexicano, y al sur Italia.
Sí, dije Italia. La historia es muy interesante. Como en sus viajes anteriores, Cristobal Colón llevó en su tercer viaje una buena colección de plantas, animales y mercancías de regreso a Europa, entre ellas venían unas pencas de nopal. A lo largo de los más de 500 años del trasplante, la especie se naturalizó en la costa del mar Mediterráneo, sobre todo en las islas italianas, donde sus frutos son muy apreciados. Es por ello que en California existen compañías agronómicas que cultivan tunas para ser enviadas a la ciudad de Nueva York durante la temporada navideña, para cubrir la demanda de la comunidad de origen italiano.
Sin embargo, el nopal dista mucho de ser universalmente apreciado. Es cierto que desde el punto de vista agronómico el nopal es muy popular debido a su crecimiento rápido, su resistencia a la sequía y al hecho de que sus espinas que evitan que la planta sea comida por herbívoros no autorizados –en Texas aprovechan las espinas para que crezcan plantas en los sitios de pastoreo de las vacas que son aprovechadas cuando hay sequía y el pasto escasea; en esos momentos, el ganadero retira las espinas con un lanzallamas, dando acceso a los animales. Pero son justo esas características las que hacen que el nopal se pueda convertir en una maleza que puede desplazar a las especies nativas de una región y causar grandes pérdidas económicas, como ha ocurrido de forma muy dramática en Australia y Sudáfrica con el nopal y en menor medida en España u otros países del Mediterráneo.
Pero el agresivo nopal no es la única cactácea que se utiliza en México. Considerando que en el territorio que ahora ocupa el país evolucionó una buena parte de estas plantas y la propensión de nuestros antepasados de hacer un uso muy extensivo de la diversidad biológica disponible, no es de extrañar que se utilice una gran cantidad de estas especies. Dejaremos los usos ceremoniales y recreativos de plantas como el peyote para otra ocasión. En su lugar, consideraremos a las cactáceas columnares, de las cuales existen más de 70 especies en nuestro país.
Una región en la que existe una gran riqueza de especies de cactáceas columnares, es decir, donde habitan numerosas especies, es el Valle de Tehuacán-Cuicatlán en el sur de Puebla, muy cerca de la frontera con Oaxaca. Ahí las plantas logran sobrevivir a sequías que duran la mayor parte del año debido a su capacidad para almacenar el agua y mantener sus funciones biológicas. Debido a ello, los pobladores de Tehuacán y de otras regiones semiáridas de nuestro país, aprendieron a usar estas plantas, algunas desde tiempos prehistóricos, logrando domesticar algunas para la producción de frutos.
Sin embargo, la cactácea columnar más ampliamente cultivada en México no proviene de Tehuacán. En el sur de Jalisco existen plantaciones de Stenocereus queretaroensis, también conocido como pitayo de Querétaro, cuyos frutos, las pitayas, son muy apreciados tanto por los pobladores locales como por los consumidores de la ciudad de Guadalajara. De hecho, los frutos de parientes de esta planta, la mayoría también llamados pitaya, pueden ser consumidos en diversas regiones del país.
El establecimiento de plantaciones del pitayo de Querétaro es relativamente fácil. Aunque una planta proveniente de semilla tardaría varias décadas en empezar a producir frutos, las ramas de esta especie se pueden sembrar como esquejes y en unos pocos años alcanzar la madurez. Desafortunadamente, esto no ocurre con todas las cactáceas columnares de frutos comestibles, por lo que su consumo depende exclusivamente de la recolección de frutos de poblaciones silvestres.
Las cactáceas son plantas emblemáticas de nuestro país. Por ser muy carismáticas han sido extensamente estudiadas. Sin embargo, al considerar que en nuestro país deben existir más de 20 mil especies de plantas, un tercio de las cuales solamente se encuentran aquí, es mucho lo que nos falta por aprender sobre ellas.
Adenda
1.- Es común, pero incorrecto, escuchar a la gente referirse a los agaves, magueyes y mezcales como cactáceas. En realidad, estas plantas están muy alejadas de los cactus y son más bien parientes de los espárragos, si bien comparten su afinidad por las zonas áridas.
2.- Afortunadamente no prosperó la pretensión de registrar la marca “Agave” en beneficio de las grandes compañías que dominan la producción y venta del alcohol destilado de estas plantas. Haberlo hecho sería equivalente a registrar la marca “vaca” o la marca “leche” en la producción del queso Brie.