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En el ojo del huracán

En la costa atlántica de Estados Unidos iniciamos esta semana con la visita del huracán Sandy. La tormenta, que llegó a medir más de tres kilómetros de diámetro y se convirtió en la más grande en la historia de los huracanes del océano Atlántico, ya había causado muy severos daños en el Caribe, principalmente en Haití. Se estima que las interrupciones en el servicio eléctrico afectaron a unos 8 millones de personas en 15 estados. A su vez, se han reportado 29 fatalidades causadas por la tormenta. En contraste, durante su paso por Haití, y aunque los su velocidad de vientos era menos, se estima que alrededor de 100 personas perdieron la vida.

Los climatólogos –estudian las tendencias ambientales a largo plazo, es decir el clima– no se han puesto de acuerdo de si esta tormenta en particular fue, en efecto, el resultado del cambio climático, aunque hay indicios que así lo sugieren. Por ejemplo, cada vez se registran más tormentas en la región nor-occidental del Atlántico y, al parecer, los daños que causó en Nueva York, incluyendo la inundación del Metro, es el resultado del aumento en el nivel del mar.

Por su parte, los meteorólogos –estudian el tiempo atmosférico, es decir, las condiciones ambientales en el corto plazo– estuvieron fascinados con esta tormenta tan anómala. Aunque todavía le queda un mes a la temporada de huracanes, es raro que se presente este tipo de tormentas de origen tropical tan tarde en la temporada y tan al norte. Si bien la fuerza de Sandy, que en su momento más fuerte alcanzó vientos de 120 km/h, apenas dio para clasificarlo en la Categoría 1 –recordemos, por ejemplo, a Isidoro, de Categoría 3, que golpeó a la Península de Yucatán en 2002 y a Katrina, que alcanzó la Categoría 5 aunque tocó tierra como Categoría 3 y fue catastrófico para Nueva Orelans en 2005– fueron notables su diámetro y que la presencia de frentes meteorológicos le brindaron un segundo aire, por así decirlo.

Los huracanes se forman porque durante el verano la superficie del mar aumenta de temperatura en los trópicos y esto causa que el agua se evapore y ascienda por la atmósfera en forma de nubes. La propia rotación de la Tierra, por el efecto de Coriolis, provoca que la masa nubosa que se forma empiece a girar. Si la energía es suficiente, es decir, que más vapor caliente se eleva alimentando al sistema, se puede formar una tormenta tropical y puede crecer hasta convertirse en huracán. Una vez que el meteoro se sale de la zona tropical, es decir, que cruza los 23 grados y medio de latitud, se le denomina extratropical. Ahí, generalmente, es cuando se les acaba el paseo: la temperatura de la superficie del mar es menor, ya no asciende vapor a la atmósfera y la tormenta termina por extinguirse. Pero Sandy no leyó el manual, o más bien lo leyó muy bien, porque en su trayectoria se encontró con frentes de baja presión –básicamente paquetes de aire muy húmedo y relativamente más caliente que el aire circundante– que tienden a ascender y constituyen la fuente de energía para las tormentas ciclónicas extratropicales. De esta forma ya no le hizo falta el vapor tropical para seguir su camino.

La diferencia en el número de fatalidades entre Estados Unidos y Haití es notable. Ciertamente contribuye el acceso al recurso financiero, pero este no es suficiente. Recordemos que con Katrina perecieron cerca de 2 mil personas, la mayoría en Estados Unidos. La diferencia en realidad tiene que ver con el avance en el manejo y la prevención de riesgos. También, las ciencias atmosféricas con su extensa instrumentación satelital desplegada alrededor del planeta permiten entender mejor y pronosticar con mayor confiabilidad las magnitudes y las trayectorias de las tormentas. En Estados Unidos el gobierno entiende las implicaciones y patrocina estos esfuerzos científicos –hace varias semanas, por ejemplo, comentamos cómo la bióloga marina Jane Lubchenco dirige a la dependencia estadounidense encargada del mar y la atmósfera.

Estados Unidos tendrá elecciones presidenciales dentro de menos de una semana. Y aunque se suspendieron las campañas a causa de Sandy, parece que la mayoría de los nacionales de este país están satisfechos con la pronta respuesta que tuvo el Presidente que busca ser reelecto. De todas maneras, ambos candidatos dejaron de lado diversos temas, incluyendo su visión de cómo va a mitigar este país los efectos cada vez más notables del cambio climático, porque, al parecer, tormentas como Sandy o Irene (en 2011), serán cada vez más frecuentes y parece que ya les gusto dirigirse al centro financiero que es Nueva York.

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